domingo, 19 de octubre de 2014

DESPACITO

Hoy parece que todo nos invita a ir deprisa, tan de prisa y rápidos que si no sabemos pararnos a pensar, a reflexionar y hacer el debido silencio; empezamos a perder nuestra propia personalidad.
               Un día leyendo me encontré con este pensamiento: “Cuanto más despacio vayas, más rápido crecerás” Así es. Necesitamos no sólo ir despacio, sino pararnos. Ir en todo momento aprendiendo, no sólo ver, sino mirar o mejor aún; fijarnos.
          Porque no es el hacer por el hacer, sino cómo lo hacemos y cómo lo experimentamos y vivenciamos. Para que nuestro mensaje llegue, tenemos que ser nosotros los primeros en creerlo y entonces lograremos comunicarnos con los demás.
              Es verdad que tenemos que relativizar tantas cosas. ¡Cuántas veces nos complicamos la vida! Hay que relativizar lo que con anterioridad hemos absolutizado. A veces las decisiones apresuradas no sólo empobrecen el entorno, sino que despersonalizan.
           El relativizar es positivo pero sin prisas, despacito, sin caer en la rutina y menos aún en la indiferencia. Quizás tengamos que saber dejar los medios tan rápidos y alguna vez hacer el recorrido a pie. A parte que es muy saludable nos ayuda a encontrarnos con los demás. Esto quiere decir que estoy a favor de las calles peatonales.
             El caminar, amigo caminante, nos ayuda a encontrarnos, a descubrir la necesidad del mutuo apoyo, la solidaridad… Descubramos: las necesidades del otro, el que se ha quedado sin trabajo, el enfermo… en el fondo, todos necesitamos el apoyo del otro.

              No vayamos tan deprisa. Despacito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario