domingo, 23 de noviembre de 2014

EL ACTIVISMO

Es cierto que debemos ser personas dinámicas, dispuestas a emprender nuevos proyectos. Pero, siempre aparece algún pero, ¿No te parece, amigo caminante, que corremos el riesgo de quedarnos en un activismo cayendo luego en un vacío interior? Y tal vez finamente lo disimulamos.
                Y más grave aún si me lo permites, ya no miramos el gasto, por ejemplo con relación al provecho o utilidad de lo que adquirimos, sino que compramos el último modelo y reforzamos nuestro yo: “Soy una persona moderada, guay…” Luego empiezan a aflorar ciertos miedos… ¿Cuáles? Por ejemplo: No saber estar solos ante sí mismo.
              Quizás nos tenemos que matricular en la escuela del paro. Es decir, que tenemos que aprender a escuchar, no sólo a oír. A veces no dejamos que el otro termine la frase y ya le soltamos nuestra cómoda respuesta.  Aprender a fijarnos no sólo ver o mirar e incluso ver más con los ojos del corazón.

         Saber “perder el tiempo” y no dejar morir una esperanza, una ilusión, una amistad, un proyecto…


                Vamos a vivir intensamente nuestro tiempo presente. Nuestro instante. Ahora. El activismo corta los lazos de comunicación y de diálogo razonable. En definitiva: deteriora el  encuentro y la comunicación interpersonal. 

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