Las
personas vivimos en una constante interacción. Es el lenguaje el eje central
donde gira la manifestación humana. El lenguaje es la realidad de todo
viviente. El lenguaje humano no tiene límites porque abre las puertas a todas
las culturas. El lenguaje permite la
comunicación y el encuentro entre todas las personas indistintamente.
La palabra es exigente y compromete
porque lleva un mensaje, es decir, transmite siempre algo personal. Creo que
podemos decir que somos nosotros mismos palabra. La comunicación verbal o expresiva es la más
antigua, la que por muchos siglos le ha servido al hombre para comunicar y
comunicarse.
Hoy con los medios de las nuevas tecnologías el hombre sigue buscando
el diálogo, el encuentro, la amistad y la paz. El mundo de las comunicaciones,
en pocos años, se ha transformado radicalmente.
Vivimos,
creo, una era de la comunicación delicada sí, pero privilegiada. Delicada porque
tal vez no llegamos a hacer buen uso de los medios, y privilegiada, porque las posibilidades de comunicación no
tienen límites.
La
palabra debe ser el conducto que ayuda a las personas a encontrar el sentido de
la pacífica convivencia.
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