Sin
duda el vocablo esfuerzo suscita, por lo general, sentimientos opuestos. Es
verdad que buscamos el bienestar, la felicidad, el progreso, la convivencia…
pero todo esto exige un esfuerzo y no siempre es aceptado.
Todo cambia cuando nada, o casi nada,
deja de sernos indiferente. Por eso vamos exigiendo inteligentemente todo
acontecimiento que nos llega y lo clasificamos en un orden preferencial.
Vamos venciendo obstáculos para
conseguir lo que nos hemos propuesto. Es decir, que todo esfuerzo exige una
renuncia, un sacrificio y lo vemos en el deporte, en los estudios, en cualquier
carrera para conseguir algo en la vida.
Pero
también es verdad que la sociedad del bienestar, del consumo, van por otros
caminos. Hay que luchar, buscar y ponerse metas para que todo esfuerzo tenga
sentido en el afán de superación y las metas que sean alcanzables.
Es necesario crear motivaciones para alcanzar las metas propuestas.
Luchar por las cosas que se quieren conseguir. Esforzarnos por algo que hemos
descubierto y que nos merece la pena. En el fondo pues, el esfuerzo, exige
renuncias.
También es verdad que todo esfuerzo
tiene, normalmente, su recompensa. “La calidad nunca es un accidente, siempre
es el resultado de un esfuerzo de la inteligencia”. John Ruskin.
“Nuestra recompensa se encuentra en el
esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa”.
Mahatma Gandhi.
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