Se
nos va pasando el tiempo… y nos cuesta porque nos parece una contradicción no
entrar por la experiencia de la soledad. Creo que toda persona en un momento
determinado, experimenta en una mayor o menor intensidad, la soledad, y es
normal.
Pero es en este momento cuando la persona
valora la soledad. Y es que toda decisión, grande o pequeña, nace en y desde la
soledad. Aquí radica su valor. La soledad es un medio, nunca un fin.
Si la
persona se queda en el campo de la soledad, podemos afirmar que ha caído en el
individualismo. Ya no se comunica. Directa o indirectamente, buscará la
incorporación en un grupo.
Hoy predomina la unión en equipo. La auténtica soledad es el camino
que lleva a una sana interacción personal, grupal o intergrupal. La soledad, la
auténtica, es siempre un enriquecimiento de las personas. Es verdad que la
persona es un ser en relación y comunicarse es el anhelo que está en lo
profundo del corazón humano.
Y aunque parezca una contradicción, la
persona necesita la soledad. Soledad positiva, reflexiva… verdadera. La soledad
es enriquecedora. Amigo/a caminante, creo en ti porque te he visto preocupado/a
por las personas que sufren y viven en total soledad.
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