sábado, 24 de junio de 2017

ACERCARSE

La vida tiene sentido cuando se da el encuentro con nosotros mismos y con los demás. No es fácil. Para acercarse al otro se necesita vaciarse de uno mismo, de todo lo que nos está impidiendo llegar a una verdadera relación interpersonal.
         La persona que solamente se mueve en la dimensión profesional, sólo es capaz de dar y no de acoger. Acoger es recibir. Es ir al encuentro del otro, de los acontecimientos y de la vida misma. Acoger es celebrar la fiesta de la amistad, del amor y de la fraternidad.
        
La amistad exige diálogo, proximidad, colaboración… donde predomina y une el ideal común. Acercarse, acoger es dar la debida importancia a todos los gestos de cada día. Acoger es cercanía, es decir al otro que no está solo, que puede contar conmigo.
        
Hay otra dimensión importante que exige la convivencia y es la de la verdad. Si ésta no existiera, no podemos hablar de encuentro. Cuando nuestras relaciones se quedan en la superficie, corremos el riesgo de que nuestra vida se vacíe.
         Es decir, que debemos saber si nuestra comunicación se realiza desde el ser o el tener. ¿Por qué decimos esto? Porque la relación desde el tener siempre será fría, superficial, tal vez interesada.  Por el contrario, si nuestras relaciones parten del ser, hay una personalización y unas vivencias.

         Estamos hablando de una nueva forma de existencia. Y la misma vida adquiere un verdadero sentido.

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