Todo
proyecto crea ilusión, es en su origen como un sueño que luego se debe hacer
realidad. Sueñan los jóvenes en el porvenir que les espera, sueñan los mayores
en su pasado. Todos soñamos.
El
amor en un principio también es un sueño. Algo que se cree único. Pero el amor
no es estático, es dinámico, debe crecer siempre e ir descubriendo algo nuevo.
Y es que el amor es un misterio amoroso.
El
amor es exigente, pide renuncias y sacrificios.
El amor debe ser espontáneo, agradable, respetuoso, dialogante… de lo
contrario sus manifestaciones llevarían el matiz de un deber. La vida, la de
cada uno, está llena de gestos y significados y de misterio porque en el fondo
es un don, es amor.
Un
saludo, una mirada, dos manos que fuertemente se estrechan, un caminar juntos…
todo ello va mucho más del simple acto externo. Y es que lo que importa no es
lo visible, sino el significado que se oculta en lo invisible. En lo invisible
está el verdadero encuentro, la comunicación profunda, está el misterio, está
lo esencial, está el amor.
El
amor es algo personal, cuando uno ama lo hace a su manera, de una forma “sui géneris”.
Los motivos no se pueden explicar, se vivencian. Este es el misterio que nos
arrastra tan apasionadamente. Sí, el amor es un misterio, lo es todo. ¿No te
perece amigo caminante?
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