Las
ilusiones, los proyectos y las ganas de vivir no se pierden si de verdad nos
mantenemos jóvenes porque ser joven es tener ilusiones y sobretodo, ganas de
vivir. Es también renovar nuestra creatividad cada día.
Ser
joven es levantarse y afrontar positiva e inteligentemente los
acontecimientos de cada día. Es pensar y soñar que nada es imposible si somos
constantes y valientes. Cada día nos urge comprender, dialogar, amar para
seguir juntos caminando.
El
mundo necesitas personas jóvenes y valientes portadoras de esperanza. Pero una
esperanza dinámica, exigente y revolucionaria en un estado de continua
superación.
Somos
signos de esperanza si emprendemos aventuras en búsqueda de autenticidad, en
definitiva de la Verdad. No dejemos que se apague la llama de la esperanza, la
alegría y la paz.
No
es fácil mirar a lo lejos cuando la realidad del presente nos asusta por su
complejidad. Se necesita una férrea voluntad para seguir creyendo y caminando.
Formemos un pueblo que camina, un pueblo que tiende su mano para que nadie se
sienta solo, marginado, olvidado…
Un
pueblo joven que mira a la lejanía y descubre nuevos horizontes y ya todo es
diferente. Porque los jóvenes y, quienes se sienten jóvenes, son quienes
trasforman la sociedad. Pero ¿Dónde está esa capacidad de concebir y vivir la
vida de otra manera que debe tener toda persona joven o que se sienta joven?
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