Todos deseamos ser felices y
tener una vida alegre. Pero ¿Cuál es la auténtica alegría? La verdadera alegría
no está en esas y masivas juergas. La alegría y la felicidad deben brotar de
dentro.
El
don de la vida, la salud, la familia, el trabajo, la amistad, la posibilidad de
adquirir una cultura, querer y sentirnos queridos… todo aquello que nos lleve
al encuentro con los demás, a vivir en paz y alegres con nosotros mismos y con
los demás: es para sentirnos de verdad alegres.
La
verdadera alegría no se compra ni se vende, debe ser el denominador común de
todos nuestros comportamientos. No se trata de un mero “estar alegres”, sino de
un ser alegre. Spinoza en su Ética nos dice: “la alegría es la transición de la
persona de una menor a una mayor perfección”. En el fondo la alegría es un don.
La
familia es la primera escuela donde aprendemos a dar los primeros pasos de
nuestra existencia porque la vida es un caminar y el camino hay que aprenderlo
a recorrer con serenidad, alegría y paz.
Pues sí. Si nos atrevemos de VER en nuestra profundidad (¡hay tantos motivos...!) podemos tener ALEGRÍA de vivir.
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