Todos los días hay algo bueno y
nuevo para quienes saben leer los signos de los tiempos. Para quienes tienen
esperanza y para quienes aman la vida. Pero hay que llegar a que todos
conjuntamente formemos un pueblo que camina, que se respeta y que vive en
armonía.
Un
pueblo solidario que sabe tender una mano para que nadie se sienta solo, marginado,
olvidado…
No
resulta fácil mirar a la lejanía cuando el presente nos asusta por su
complejidad. Quedarse parados, mirándonos a nosotros mismos y mirando a nuestro
alrededor; es disminuir la amplia visión de futuro.
Es
necesario aunar fuerzas, compartir
proyectos e ilusiones. Creer en el otro para descubrir nuevos caminos, nuevos
horizontes e ir luego compartiéndolo todo.
Necesitamos
también hablar el lenguaje de la amistad, del perdón, de la Verdad, del compromiso y el del amor.
En
una sociedad tan egoísta y cómoda hay que valorar el esfuerzo y la búsqueda del
bien común. Porque amar quiere decir:
Todo
lo verdaderamente bueno que quieres para ti, sea también para los demás. No se
trata de tener momentáneos arrebatos de altruismo o de generosidad. Amar sí,
pero a todos es quitar fronteras, eliminar todo egoísmo, construir puentes, ver
y respetar siempre la dignidad de las personas. Amar a todos quiere decir
también que cada día, cada instante nuestra actitud debe ser generosa hacia
quienes, en primer lugar, conviven junto a nosotros.
Un
mundo nuevo es posible. Así todos juntos podremos decir: Ya todo es diferente.
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