domingo, 14 de abril de 2013

LAS DOS CARAS


Cuando una  persona nos resulta poco agradable y nos parece poco sincera decimos: “Tiene doble cara” y  en todo lo que nos rodea, vivencialmente,  vamos encontrando también la doble cara. Así por ejemplo:
                El paro.
El paro no es simplemente no tener trabajo. Afecta al individuo y a todo su entorno. El paro deshumaniza, desestabiliza y no olvidemos que la persona es capaz de pensar, crear… y aquí radica su dignidad. Tal vez para “matar” el tiempo llega el alcohol y destroza aún más a las personas y el ambiente familiar. Tal vez escasea el pan y también el “pan” del diálogo, la comprensión, la mutua ayuda… el encuentro.
                En nuestro caminar encontramos grupos que amigablemente charlan, fuman, alguien está cabizbajo, pensativo… sin trabajo. Sus rostros lo dicen todo. ¿Quién se hace responsable de esta situación?
                El trabajo.
                ¡Hemos encontrado trabajo! Sus caras, sus gestos, sus palabras, sus ojos un tanto humedecidos por la alegría… su mensaje está claro: Hemos encontrado trabajo. Es verdad que, hoy por hoy, desgraciadamente pocas alegrías nos brinda nuestra sociedad.
                ¿Por qué? Este es el grito, la pregunta que a todos nos debe cuestionar. No es el grito de una persona, ojalá; es el grito de toda la Humanidad. Vivimos en un mundo globalizado, en una sociedad tan tecnificada donde hay personas privadas del pan de cada día, de sus ilusiones y proyectos… y todos nos tenemos que preguntar: ¿Por qué?
                La actividad humana es el dinamismo que el hombre no puede dejar de hacer porque es su vida. El trabajo nos ayuda a un conocimiento personal y a una colaboración con los demás. En definitiva, nos dignifica a todos. 

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