Estamos en crisis. Con este
término abarcamos amplitud de aspectos de nuestra vida. Sí, estamos en crisis
de la racionalidad moderna. Caen los muros, las utopías desaparecen y hasta la
esperanza se debilita. ¿Triunfa la economía? ¿El individualismo? Ahí está la
idolatría del capital y el mercado.
Pero
debemos de buscar y dar un sentido profundo a la vida. Observemos la realidad.
Miremos a nuestro alrededor. El panorama que tenemos no es muy agradable.
Debemos esforzarnos e ir buscando el sentido positivo a la vida y no nos
conformemos con sobrevivir y menos aún instalándonos como personas. La vida es
experiencia, mejor, vivencia de relación, no se puede vivir en el aislamiento.
Encontramos
sentido a la vida cuando estamos cerca de los que están mal, de los que nos
necesitan de verdad. Dar sentido a la vida es hablar el mismo lenguaje: el
lenguaje del servicio, el del perdón, la solidaridad y el amor.
Dar
sentido a la vida implica: saber escuchar, respetar y acoger al otro tal cual
es. Es amar y respetar la vida porque quien respeta, se comunica y ama: vive.
Dar
sentido a la vida es ser constructores de paz.
Hoy, desgraciadamente, seguimos escuchando noticias de guerras, de
hambre y de muertes.
El
egoísmo, los intereses y el desamor de las gentes, siguen matando la vida de tantas y tantas
personas. Estamos llamados no sólo a dar sentido a la vida, sino a respetarla y
a renunciar a todo tipo de violencia.
Cuando
las armas hablan es porque la ambición de poder ha ahogado la paz y la armonía
en el corazón de las personas.
La
Humanidad espera de unos y de otros, de todos: el respeto, el valor y el
sentido de la vida.
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