A lo largo de la vida nos vamos haciendo
preguntas y más preguntas según los acontecimientos que nos van llegando. Bien
es verdad que son los niños con sus “por qué” quienes nos bombardean a los
adultos.
Preguntar
y sobre todo preguntarse es necesario en el caminar de cada día. Es ir
descubriendo qué clase de persona queremos ser y en qué creemos. Es como hacer un examen muy personal para dar
un sentido a nuestra vida. Leyendo, un día me encontré esta frase de Sócrates.
“La vida no examinada no vale la pena vivirla”.
Creo
que es cierto todo esto pero y ¿La otra cara? Es decir, lo que nos impide
realizar los proyectos no es lo que nos preguntamos, sino lo que no nos
preguntamos. No hacer preguntas es ignorar o evadir cuestiones,
responsabilidades… Es caer en la rutina, quedarse en lo superficial y esto,
amigo caminante, ¿No es algo triste? ¿No es de cobardes?
Por
eso las preguntas nos desestabilizan, nos inquietan pero nos colocan en nuestro
sitio a unos y a otros, a todos. De aquí que antes de establecer un diálogo es
importante crear un contacto, ver, sentir a quién tenemos delante… y buscar la
empatía.
Debemos
ser personas auténticas, capaces de compartir ilusiones, proyectos… y estar
siempre dispuestos a caminar juntos. Hoy, en el amplio mundo de las redes
sociales, ¿A qué aspectos debemos prestar más atención para compartir preguntas
y respuestas?
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