domingo, 9 de marzo de 2014

C R E E R

Hay una frase que siempre he sentido una debilidad por ella: Creer es comprometerse.
            La liturgia es el gran pedagogo que nos ayuda a descubrir el valor del culto. Quizás cuando hablamos del tiempo litúrgico de Cuaresma, la mente se nos va al tema de los sacrificios, renuncias, ayunos, conversión…
                 Lo que debemos hacer es seguir a Jesús de Nazaret y nada mejor que acompañarlo camino del desierto para entrar en el silencio y en la oración.
               En el desierto todo es distinto. El desierto nos invita a entrar en nuestro interior y a dialogar con nosotros mismos. Nos lleva a pensar de una forma nueva y a vivir un estilo de vida comprometido, es decir, sin perder el contacto con la realidad de cada día.
                 Los acontecimientos del mundo suscitan en nosotros muchas preguntas. El porqué de las guerras, los secuestros, los atentados, el hambre, toda clase de violencia… ¿Por qué? Y nos olvidamos de que nuestros males tienen su profunda raíz en el corazón del hombre.
               Hoy, desgraciadamente, hay muchas personas que pasan hambre, son marginadas… Hoy Cristo sigue muriendo en los niños que no los dejan nacer, en los emigrantes que se quedan por el camino en su arriesgada aventura, en los ancianos/as que terminan sus días en la soledad.
               Cristo sigue muriendo cuando el vínculo del amor, por las circunstancias que sean, se ha roto. La vida es un don y la vocación es proyecto y misión. La vida es compromiso y creer es comprometerse.



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