El cuerpo humano, si bien es parte del mundo visible,
es el centro de una dimensión invisible. Cuando recorremos nuestras calles nos
vamos encontrando con personas de toda clase y condición. Y en cada una de
ellas vamos descubriendo y captando mensajes diferentes. Cada uno de nosotros
tenemos gestos exclusivos que nos caracterizan e identifican.
El
rostro va reflejando cómo se vive el sentido de la vida. Por eso hay rostros
sonrientes que transpiran alegría y felicidad. Otros, por el contrario,
reflejan toda clase de preocupaciones. Y más triste aún son aquellos rostros
que se aburren porque no hay en la persona: ilusión, proyectos, visión de
futuro… vida.
Su
rostro ha dejado de emitir ese lenguaje que da vida, que comunica algo más allá
de lo que a simple vista se ve; porque también nos comunicamos por la
expresión de nuestra cara y su entorno.
La
comunicación es esencial en nuestra vida, si no nos comunicamos algo empieza a
morir. La comunicación va más allá de las palabras. No olvidemos también la
comunicación no verbal. Es decir, la comunicación mediante la expresión o el
lenguaje corporal pero sin emitir palabras. Por ejemplo: La sonrisa, el llanto,
la mirada, el tacto…
En fin, creo que se puede decir:
todo es comunicación.
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