domingo, 30 de marzo de 2014

EL RITMO

Amigo, ¿No te parece que hoy vivimos muy de prisa y me atrevo a decir: estresados? Antes, y no me considero tan mayor, se vivía con más ilusiones, era como más bello soñar. Ahora no tenemos tiempo ni para soñar. Antes se valoraban más los encuentros en familia, cualquier acontecimiento servía para reunirnos. Ahora qué difícil es reunirnos toda la familia.
                Ahora se valora más a quien es capaz de llevar tareas diversas y realizarlas en el menor tiempo posible. Vivimos acelerados, queremos obtener los frutos sin apenas esforzarnos. Eso sí, y al instante. Es verdad que debemos ser personas dinámicas, creativas, itinerantes… vamos, incansables. Pero en el caminar de nuestra vida tenemos que saber parar, reflexionar, discernir… en fin, saber si vamos en una dirección correcta.
                Hay que buscar soluciones para regenerar un mundo globalizado y agitado con la  ambición de poder. Eliminar las injusticias y la corrupción. Nadie debe (debemos) permanecer pasivamente ante algo que nos afecta a todos: Buscar y dar un sentido a la vida. El sentido de la vida lo tenemos que buscar en el ser, en la vivencia y no apoyarnos tanto en el tener.
               Somos conscientes de que se van dando pasos agigantados en el mundo de las nuevas tecnologías, pero ¿Hacia dónde avanzamos? ¿Sabemos aprovechar, hacer buen uso de estos medios para conseguir un mundo más humano? Progresamos en las tecnologías pero ¿Progresamos en la respuesta humana? Es decir, las nuevas tecnologías deben estar al servicio de las personas y entonces sí que podemos hablar de vivencias personales.

                Nos quedamos con el dicho: “Dime con quién andas…”  Dime cómo te comunicas…”

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