EN ARMONÍA

Hay momentos en nuestra vida que nos cuesta seguir siendo personas dinámicas y preferimos hacer ciertas pausas. No olvidemos que la vida nos exige caminar, ser personas itinerantes. Todo lo que no se comunica queda inmovilizado y termina muriéndose.

             Instintivamente la persona tiende a guardar, asegurar, vamos que preferimos la comodidad a correr riesgos. Nos preguntamos ¿Qué hacer para corregir ciertos errores? Lo primero: aceptar los errores, los defectos, el egoísmo, nuestras limitaciones…

            Podíamos hablar aquí de conversión, es decir, el tener la capacidad de reconocer las equivocaciones para luego rectificar. Nos toca vivir en una sociedad, vamos a decir “ligera” en un ambiente permisivo, fácil. “El esfuerzo ya no está de moda, todo lo que supone sujeción o disciplina austera se ha desvalorizado en beneficio del culto al deseo y de su realización inmediata” G. Lipovetsky (La era del vacío 1986. P. 56)

  Amigo caminante, cuando valoramos, respetamos y apreciamos la vida, todo cambia. Cuando descubrimos que no estamos solos en el universo y respetamos su armonía, todo tiene sentido y valor. Vivimos y disfrutamos de la vida. Cuando creamos y establecemos unas relaciones humanas, sinceras, serviciales y amorosas; la armonía se hace más intensa.

          Nuestra historia es una historia de encuentro, de convivencia, de armonía, de paz. Es verdad que a veces nos quedamos en lo exterior y nos olvidamos que la paz está en nuestro interior. La exigimos pero no la vivimos. No importa tanto lo que hagamos, sino cómo lo hacemos y si nos sirve para vivir en paz y en armonía; con nosotros y con los demás.