Quizás hoy en día nos dejamos llevar por
tantas actividades… vamos, que caemos en un activismo exagerado. He aquí que
lleva el “enemigo” prisa, es decir, el querer hacer cuanto más mejor. Y, ¿para
qué?
No
te parece, amigo caminante, que los que se afanan, los que van siempre con
prisas, sin tiempo para nada, (y me perdonen) ¿Tiene cara de agobio? Es verdad que todos, creo, nos dejamos
contagiar por esta “enfermedad”.
Se tiene prisa por
conseguir qué se yo, por llegar, por tener, por acabar una tarea... Estamos
metidos de lleno en el engranaje de esta máquina moderna que a todos trata por
igual. Así estamos creando un ambiente extresado.
Tenemos
que conseguir y movernos a nuestro ritmo o biorritmo personal. Es verdad que
nos toca soportar un ambiente de ruidos, velocidades en todos departamentos,
sin disfrutar de todo cuanto nos llega. Esto nos lleva a una sociedad
competitiva, olvidando, ojalá que no, a la misma persona.
Y
nos preguntamos ¿Puede dar vida lo que
está originando muerte? La vida es un don y no un simple regalo. La vida es un
tiempo de disfrutar, ayudar, crecer como personas, tarea ésta que debemos tener
muy presente.
La
vida, un camino a recorrer creando optimismo y construyendo desde la positivo.
Sin prisas y a ser posible con momentos de silencio y reflexión. La reflexión
desde el silencio es una forma importante de comunicación intrapersonal e
interpersonal.
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