Es bueno y plausible tener ideales, proyectos
grandiosos. Esto nos invita a ser personas valientes y decididas a realizar
toda aspiración. Pero no olvidemos nunca la faceta humana. Es decir, todo eso
que día a día debemos poner al servicio propio y al de los demás.
Todo eso que nos va haciendo más
cercanos a los demás y, en el fondo, a conocernos un poquito más a nosotros
mismos para ir mejorando en la convivencia, en el diálogo, en el encuentro con
quienes día a día compartimos las tareas.
Humano es: saber superar inteligentemente cualquier dificultad que nos
llega. Seguir caminando a pesar de los tropiezos y caídas. Humano es: tener el
coraje de levantarse y mirar hacia la meta, tal vez aún muy lejos.
Ser personas esperanzadas y
generosas. Tú, amigo caminante, camina, no dejes de caminar, mañana en tus
huellas alguien se puede fijar. Sé valiente y optimista.
Ser cercanos al otro consiste no
en tratarle como me gustaría que me tratasen a mí, sino en observar y ver cómo
le gusta que le traten y el porqué. A veces caemos en el error, es decir,
idealizamos. Hay que poner más en acción la empatía y olvidar o, mejor, dejar a
un lado nuestras cosas.
Ser tolerantes y no olvidar que
todos somos humanos, por lo tanto, que todos nos equivocamos.
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