Los
acontecimientos que cada día se nos presentan por los medios que sean, queramos
o no, nos preocupan. Y esto está bien
porque más preocupación sería que permaneciéramos indiferentes. También
preocuparía caer en la obsesión.
Las personas con preocupaciones
suelen estar: pensativas, cabizbajas, con la cabeza apoyada en la mano… un
tanto tristes. Preocupaciones todos tenemos, la clave está en cómo las
afrontamos.
Las preocupaciones están ahí, forman parte esencial en nuestra vida.
Hay que saber relativizar sin perder la responsabilidad. Las preocupaciones si
las damos rienda suelta, nos ahogan.
El
trabajo de por sí no debería agobiarnos, si sabemos vivir equilibradamente sin
buscar perfeccionismos. Las preocupaciones surgen cuando uno ha puesto todo su
empeño en la tarea y al final los resultados no son los esperados. ¿Qué hacer?
Creo que lo primero es aceptar la
situación tal cual es. Luego inteligentemente afrontar el problema como un
desafío e ir buscando soluciones. La preocupación excesiva si se va dejando,
puede generar otras causas más graves.
Seamos optimistas porque es desde lo
positivo desde donde se va construyendo y proyectando el futuro.
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