Cuantas veces en nuestras conversaciones
usamos el término “límite” para expresar facetas importantes en nuestra vida.
Pues una de ellas bien puede ser: EDUCACIÓN.
La
educación no tiene un límite preciso, pues educar es preparar, prepararnos para
dar un sentido a la vida. La educación nos tiene que llevar a saber afrontar de
un modo inteligente y responsable los cambios (que hoy en día son muchos) que
se dan en nuestra sociedad y en el mundo.
De
aquí que se necesita, en primer lugar, educar la libertad personal del educador
o educadora. Educación y libertad tienen que ser liberadoras de todo aquello
que impide a las personas autorrealizarse. Porque quién no está (estamos)
atrapados en la red de las nuevas tecnologías, dominados por las necesidades
innecesarias de la sociedad de consumo, de la moda… etc.
Amigo caminante: ¿Qué uso estamos haciendo de estos medios? De aquí
que educar es captar las situaciones y acontecimientos porque están ahí, donde
cada persona pueda aplicar sus cualidades.
Hay que educar para que se tomen
decisiones responsables, pero para ello hay que enseñar (ayudar) a pensar y
pensar bien las decisiones a tomar. Por esto la libertad es la capacidad de
optar, elegir y saber el por qué. La libertad nos exige: Responsabilidad y
coherencia.
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