Siendo
realistas y observando los acontecimientos de cada día, todo cuanto sucede, no
es fácil ser personas de esperanza. Cada día vamos dejando atrás, pero no en el
olvido: dificultades, problemas, inseguridades… tal vez se vayan perdiendo
ilusiones y la vida ya no se ve como un camino a recorrer o proyectos y retos a
conseguir.
Cuando los acontecimientos, la realidad
misma, se nos hacen pesados; entonces algo empieza a morir. Ser personas de
esperanza es tener nueva visión frente a todo lo que sucede en nuestro entorno.
Las
personas con esperanza y una nueva visión, las que no se cansan son las que
acaban trasformando su misma vida y con ella la sociedad; es que la verdadera
esperanza es siempre dinámica.
La realidad existencial es dura, es
dura y más para las personas que tienen decisiones propias y para quienes
intentan vivenciar los hechos de cada día. La experiencia, amigo/a caminante,
nos enseña que es una tarea dura y que exige constancia y sinceridad.
Toda decisión en la vida cuesta y
nos desestabiliza. Tomemos opciones que refuercen más la calidad que la
cantidad, que nos ayuden a valorar más el sentido de la vida y de todo cuanto
hacemos. Hay que tener y mantener la nueva visión para descubrir y apreciar los
valores de cada persona. Estimar valores es intuir la realidad y entrar en
sintonía con ella para cambiarla.
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