El hombre,
la persona, ha tenido que buscar medios para subsistir. Uno de ellos es el
trabajo. Los métodos de trabajo han ido evolucionando y éstos van modificando
las costumbres y la vida misma de las personas.
Hoy
el trabajo va tomando características nuevas y a la vez no sin ciertas contradicciones.
Es verdad que el trabajo manual se ha ido amortiguando debido a las nuevas
tecnologías, pero nadie se puede eludir de esta responsabilidad, es a la vez
una exigencia.
La
persona debe ser dueña de las cosas mediante el trabajo, multiplicándolas, transformándolas,
adaptándolas y, por último, usándolas responsablemente. En este sentido nadie
estaría en el paro. Podríamos colgar el cartel: ¡Trabajo para todos!
El trabajo dignifica a las
personas. Ayuda a desarrollar nuestra creatividad y nuestros conocimientos. Por
el contrario el desempleo y la falta de recursos económicos, generan una
incidencia de aislamiento, inseguridad…
El
valor del trabajo debe repercutir en el bienestar de las personas. Es el modo
normal de servir al bienestar de la sociedad a la vez que ayuda al progreso
cultural, técnico y científico. Es también el eje donde gira toda organización,
donde se ve el progreso y la ayuda a las personas a desarrollar sus cualidades.
Todos
debemos aportar algo para el progreso y la convivencia de todos.
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