En general todo el mundo
quiere (queremos) ser libre. ¡Cuántas manifestaciones exigiendo libertad! Y,
por otra parte, se da un cierto miedo a ser libres. La sociedad en general, el
ambiente, la cultura, imponen ciertos valores y nos crean necesidades
innecesarias.
Pero, ojalá que nunca nos identifiquemos con esas
necesidades y busquemos la verdadera libertad. Hay personas tan identificadas
con ciertas tareas que llegan a pensar que, si faltan ellas, todo se viene
abajo. Quizás mañana tienen que constatar que cierta actividad sigue
funcionando bien o mejor que con su servicio.
Mientras exista la identificación con algo, no se da la
libertad de acción. Amigo/a caminante: vive tu vida, sé tú mismo/a. Debemos, en
primer lugar, ser conscientes de lo que nos pasa y conocer la situación.
En
segundo lugar, actuar como algo importante para mí, sin agobios.
No instalarnos
en el error. Vivir nuestra realidad desde lo que somos. Es decir, nosotros
mismos. Cuando la persona se siente
vinculada a una vida con sentido, experimenta el deseo de transmitirla.
El sentido de la vida es algo que todos buscamos. Quizás alguna vez
nos hemos preguntado: ¿Quién soy yo? En el templo de Apolo en Delfos, ya estaba
escrito el profundo epígrafe: “Conócete a ti mismo”.
Para llegar a liberarnos nos tenemos
que hacer una pregunta intrapersonal: ¿Quién soy yo? Seguro que encontramos
muchas respuestas... Y es que siempre encontraremos algo nuevo.
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