La
persona y, sobre todo hoy, se considera protagonista; capaz de cambiar la
realidad en la que vive. Pero a la vez es consciente de estar manipulada, en
modo especial, por el sistema de consumo.
Escribe Erich Fromm: “En el presente siglo, el carácter del hombre se
orienta hacia una pasividad considerable y una identificación con los valores
del mercado. El hombre contemporáneo es ciertamente pasivo en gran parte de sus
momentos de ocio. El consumidor eterno consume bebidas, alimentos, cigarrillos,
conferencias, cuadros, libros, películas…”
¿Soberbia personal? o ¿vacío? Necesitamos afrontar los problemas desde
su realidad. Esto nos indica dónde estamos y a dónde queremos llegar. El
sistema del progreso no controlado y mal distribuido, crea al hombre solitario
e incomunicado.
El progreso es una conquista de forma
de vida y debería llevarnos a una mayor armonía y humanización. El sistema
planificado mata la creatividad de la persona y la convierte en “sujeto pasivo”
Ha pasado de sujeto a objeto.
Tener,
gastar, aparentar es la mentalidad que predomina en esta sociedad consumista.
Poco a poco estamos creando una sociedad competitiva. Se valora el trabajo por
el trabajo, el tener por el tener… y se olvida a la persona.
Hemos caído en un sistema donde todo está regulado. Entonces ¿Dónde
queda el protagonismo de la persona? No es suficiente tener buena voluntad,
sino claridad de ideas y responsabilidad en las decisiones tomadas y seguro que
algo empieza a cambiar.
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