Siendo
la persona un ser social, relacional, comunicativo, todo aquello que no
favorezca estas dimensiones, nos lleva al aislamiento. La vida es un proceso
dinámico. Hoy en día con todos los medios que disponemos, nos facilitan el
proceso de nuestras relaciones interpersonales.
Toda sana convivencia nos ayuda a
descubrir nuestros valores-talentos que luego debemos saber poner al servicio
de los demás. La convivencia es, deber ser, un medio para el conocimiento
personal y el de los demás.
La vida es
un proceso de interrelación, naturalmente con sus exigencias y una de ellas,
sino la principal es: El encuentro con los demás.
La comunicación interpersonal da lugar al encuentro y favorece la
estabilidad psicológica. Si la comunicación es equilibrada, origina una estabilidad.
Toda verdadera comunicación suscita esperanza y ésta, dinamismo e ilusión en la
vida.
En el fondo el encuentro, nuestros
encuentros, crean cultura y liberan a las personas. Otra de las ventajas en las
relaciones interpersonales es la mutua confianza. Basta una mirada, una
sonrisa, un encuentro… y todo cambia.
Acoger es recibir, ir al encuentro del
otro, de los acontecimientos y de la vida misma. Es amistad. La amistad exige
diálogo y colaboración. Quien no reconoce las cualidades de los demás, él mismo
se está empobreciendo. El vacío y la indiferencia conducen a un fracaso total.
Necesitamos
superar todo individualismo y toda indiferencia. Si nuestras relaciones parten
del ser, hay creatividad, vivencias… estamos compartiendo encuentros. Por el
contrario, si los encuentros van perdiendo interés, algo empieza a morir. Lo
importante es vivenciar mutuamente los acontecimientos, es decir, nuestros
encuentros.
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