La
acción de corregir la podemos definir como algo que yo conozco y que el otro
debe efectuar. Corregir exige un equilibrio por ambas partes y una gran visión
objetiva por el corrector. Y de esta forma dar la oportunidad de que el otro
libremente actúe buscando su bien.
Ciertamente
todos, creo, tenemos la tendencia a corregir y no es fácil si respetamos la
libertad-responsabilidad del otro; tarea un tanto difícil pero necesaria.
En primer lugar, el necesitado tendrá que reconocer sus limitaciones.
En segundo lugar, compartirlas con quien intenta ayudarle. Pero lo importante
es tener conciencia de las propias deficiencias, esto nos ayuda a ir
conociéndonos a nosotros mismos y compartir con los demás aquello que juzgue
necesario.
Cuando se comparte es señal de que me
acepto como soy. Todo este proceso tiene su ritmo y no lo podemos alterar.
Necesitamos concentrarnos y aceptarnos a nosotros mismos. Aceptarse es de
valientes, es comprender al otro y a uno mismo.
También es necesario aceptar el
ambiente y el entorno que vivimos. La incomprensión y el rechazo es propio de
los que aún están lejos de vivir como personas. La colaboración nos ayuda a
construir, si se ignora la propia ayuda, a todos nos perjudica.
Amigo/a caminante, no se trata de decir
al otro cómo debe actuar, sino de ayudarle a que encuentre su sana respuesta.
Lo que efectivamente piensa y siente.
Se trata, por lo tanto, de ayudar a
descubrir lo valioso, los talentos. La otra cara es el reflejo de un malestar,
de un vacío en la sociedad. Lo auténtico es lo esencial, lo que se siente y se
vive.
No hay comentarios:
Publicar un comentario