sábado, 3 de junio de 2017

EL VALOR DE LA EXPERIENCIA

Hay ciertos acontecimientos en nuestra vida, en nuestras relaciones interpersonales, que no debemos dejarlos en el olvido. La experiencia siempre nos descubre algo nuevo para seguir recorriendo el camino de nuestra vida. Y la experiencia es todo aquello que yo, momento a momento, voy vivenciando.
        
De aquí que vivir la experiencia de un encuentro es la aventura más importante. ¿Por qué? Es en el encuentro, en el diálogo, en la comunicación donde mutuamente nos valoramos y enriquecemos.
        
Lo que nos ofrece esta sociedad: el consumismo, la superficialidad y lo pasajero…impiden que veamos el horizonte. Si bien tiene también sus valores positivos. El instalarnos es quedarnos enganchados a lo inmediato.
         Hay personas que sólo viven de su experiencia, pero si ésta no es dinámica… al final todo se empobrece y, peor aún, muere. La experiencia debe quedar reflejada con y en el amor al prójimo. Lo importante es saber qué es lo que nos ofrece vida y lo que yo tengo que dar.
         La persona para vivir necesita estar enraizada en, no sólo en un contexto material, sino en una comunicación de vivencias más profundas; en una dinámica espiritual. En una comunicación con lo creado, desde y con el silencio.
         Sin el silencio todo se vuelve rutina, comodidad y superficialidad. Y es que el silencio no sólo favorece la comunicación, es que la hace posible. El silencio nos lleva al encuentro con nosotros mismos. El silencio nos ayuda a descubrir algo nuevo. Siempre nos sorprende.
         Pero ¿cómo llevar a cabo el encuentro y no sólo la experiencia, sino la auto-experiencia en nuestra sociedad tan informatizada, tan compleja y globalizada?


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