Amigo, sé que lo estás pasando mal. Problemas todos tenemos.
Es verdad, pero no todos son iguales y también no todas las personas los afrontamos
con serenidad y, por qué no, con verdadera paciencia. Me decido a escribirte
porque sé que lo estás pasando mal, algo te aliviará mi carta.
Me gustaría
estar a tu lado en estos momentos, el corazón me lo dice, pero no puede ser. Se
que me perdonas tal ausencia porque la verdadera amistad lo supera todo. Cuando se tergiversan las cosas dan lugar a
opiniones de todos los gustos, pero, en el fondo, se perjudica a la persona.
Al final
hasta la misma realidad queda desfigurada. Aparecen las desconfianzas y toda
relación-amistad, empieza a morir. A veces, en una relación de amistad, pude
nacer lo mejor o lo peor; lo triste sería que permanezca la indiferencia.
Pero, amigo,
quédate tranquilo porque para mí tú no eres una persona cualquiera, lejos de mi
toda indiferencia, pues me importas y mucho. Me gusta pasear y muchas veces lo
hago por donde hemos ido juntos tú y yo.
Me encuentro
con otras personas y nos saludamos, algunas me dicen: “Te gusta pasear” pero lo
que no saben es el motivo y las circunstancias, de mi caminar. Hay muchas
formas de ver la realidad, mi realidad (el recuerdo era otro) eras tú, mi gran
amigo.
No es nada
fácil asumir la libertad del otro. Cuando las palabras salen de dentro, se
supera toda barrera, todo obstáculo. Amigo, antes de escribir esta carta he
dado un paseo buscando serenidad y paz en mí. No quisiera ofenderte en nada.
Solamente quería y buscaba seguir como antes: AMIGOS DE VERDAD.
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