En general, vivimos tan deprisa que
no disfrutamos de ciertos momentos personales, tranquilos, sosegados… Nos gusta
disfrutar de esos momentos con la familia, los amigos, con personas que hacía
un tiempo que no nos veíamos. Surgen
toda clase de noticias, pero lo importante es el encuentro, el recuerdo las
personas con las experiencias y vivencias…
Descubrir en ese diálogo imprevisto
la riqueza del encuentro con el otro, refuerza tus ideales, tus proyectos… y
descubres qué pequeño es el mundo cuando se sabe dialogar, compartir… en
definitiva: amar.
No es que nos separen largas
distancias, se van dejando pasar los días… sin pensar en el amigo, en otras
personas que nos han llamado o enviado un WhatsApp. Sí, la vida tiene muchos
encuentros si estamos atentos y sabemos leer los signos de los tiempos…
Ver en cada encuentro algo nuevo y
sobre todo descubrir la riqueza de las personas. En fin, algo que sólo se
descubre pasado el encuentro, en el silencio personal, silencioso… En cada
encuentro existe algún matiz nuevo y todo se ve diferente.
El verdadero encuentro refuerza la
amistad, se descubren nuevos valores… Los detalles y las cosas pequeñas nos dan
la respuesta a nuestras situaciones que nos parecen grandes, tan grandes que
nos han quitado la serenidad, por lo menos de momento.
¡Cuánto tenemos que aprender todavía!
Será el tiempo en enseñarnos un poco más de paciencia, reflexión, respeto…
tiempo al tiempo.
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