Como personas y nuestra condición de seres sociables,
necesitamos encontrarnos. Después de las vacaciones nos volvemos a encontrar.
Hay que cuidar y reforzar el valor del diálogo, de lo contrario no estamos
valorando al otro. El verdadero diálogo exige respeto, sabiendo que quien nos
escucha puede pensar y actuar muy diferente a nosotros.
Necesitamos
valorar a las personas por encima de su ideología y profesionalidad, es decir,
por el hecho de ser personas. Cuando hablamos y tenemos alguna referencia al
encuentro, debe entrar en nuestro diálogo el tema de la sencillez. Si ésta
faltase, nuestros encuentros, no sería auténticos.
En el fondo,
nuestro diálogo tendría bastante mentira. Por eso podemos decir que la
sencillez está en el lado opuesto a la mentira. Es como e conocimiento personal,
de poco o nada sirve conocerse si luego no tenemos confianza para llevar a cabo
el detalle que nos caracteriza.
Es necesario
confiar en los demás, cerrarse en uno mismo sería perjudicial. Lo importante es
no aislarse hechas las debidas reflexiones. Si desconfiamos, fácilmente
caigamos en los errores que pretendemos superar.
Es verdad
que nadie tiene garantizado el éxito. El inicio de toda actividad o proyecto,
tiene su riesgo. No hacer nada es: permanecer en el error.
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