Si
miramos a las personas por lo que son y por su conducta, estaremos más abiertos
a comprender y a perdonar. Pues a través de nuestro carácter, comportamiento y
conducta, no expresamos lo que somos, sino cómo somos.
Las
tinieblas y la oscuridad, no desaparecen gritando contra ellas, sino cuando se
hace presente la silenciosa luz. Lo importante es saber estar, saber ver y más
todavía saber mirar y escuchar.
Saber
escuchar y escucharnos es romper con el mundo exterior y presentar el interior.
Mirarse y captar todo mensaje que nace de dentro.
¿No
te parece, amigo caminante, que nadamos en la palabrería y necesitamos el
silencio? Hay que mirarnos más a la cara, de tú a tú, de persona a persona y
dejar a un lado las etiquetas que, tal vez, mutuamente nos hemos
colocado.
Hay
que aprender a aceptar al otro como es, aprender a amar y respetar la vida como
un don y un derecho; construyendo un mundo más humano, más cercano donde
no sólo se hable, sino que se escuche en todo lugar y se respire vida,
solidaridad y paz.
Ojalá
que hoy en nuestro caminar terminemos sabiendo escuchar un poquito más y mejor
a nosotros mismos y a los demás.
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