En
la vida, cada día, nos preguntamos el ¿por qué?
Por
qué siendo la persona un ser en relación, necesitada de comunicarse, a veces,
se siente tan sola. ¿Por qué? Es verdad que cuando vamos caminando por las
calles de nuestro pueblo, de nuestra ciudad; no sé qué pasa que en medio de la
masa nos sentimos solos. Claro que alguna vez damos un rodeo para no
encontrarnos con el otro.
Y
lo dejamos solo y nos quedamos solos. Quizás ahora empezamos a entender el por
qué de tanta soledad en la calle, en la familia, en el trabajo, en la vida en
general.
Cada
día, siempre, debemos poner el corazón en todo lo que hacemos; pero mejor aún
pongámoslo en las personas que encontramos en el camino de cada día. Poner el
corazón es hacer un mundo más humano, es responder a los por qué.
Todos
los días sale el sol para unos y para otros, para todos. El sol nace cuando
ofrecemos diálogo, amistad y perdón.
Nace
en ese delicado apretón de manos ante un enfermo. Nace en la limpia mirada y
sencilla sonrisa de un niño. Nace en el suave beso dado a una persona anciana
para decirle que no la hemos olvidado y que la seguimos queriendo.
Sale
la ilusión cuando vemos en los demás lo bueno y lo positivo. Nace, a pesar de
todo, cuando seguimos creyendo, amando, perdonando y sonriendo a la vida.
Ojalá
que sepamos decir al otro ¡Cuenta conmigo! Y, amigo caminante, ya nadie
nos sentiremos solos.
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