A
menudo nos dejamos sorprender por los grandes acontecimientos. Olvidamos con
frecuencia que lo importante no está en las grandes acciones, sino en las
pequeñas. Sí, son las cosas pequeñas, las de cada día, las que dan sentido a
nuestro vivir y nos hacen sonreír.
La
sencillez es el gran valor que no pasa nunca. La vida está llena de pequeñas
cosas y son éstas las que debemos apreciar. Porque todos los días: en la calle,
en el mercado, en el trabajo o en la ilusión de encontrarlo, en la rutina; nos
vamos reflejando como somos. Debemos fijarnos y analizar todo detalle: la
mirada de un amigo, su saludo, su sonrisa y todo aquello que indica cercanía,
comunicación y encuentro.
Seamos
constructores empezando por las cosas pequeñas. Necesitamos despertar y
fomentar el espíritu constructivo. Necesitamos fomentar más todo aquello, por
pequeño que sea, que nos une.
Necesitamos
también ser más creativos y emprendedores. Es verdad que no debemos olvidar que
como personas somos limitados. Pero siempre hay valores en las personas por
descubrir. Evitemos la comodidad, la rutina y reforcemos la espontaneidad, en
definitiva, seamos personas creativas.
Cada
vez que progresamos en un crecimiento integral, amigo, está progresando y
mejorando la Humanidad. La solidaridad, la amistad, el diálogo y el amor dan
sentido y valor a nuestra vida.
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