domingo, 1 de julio de 2012

¡HOLA!


             Hola, es quizás el saludo que con más frecuencia compartimos con los demás. ¿Quién no dice: ¡Hola! Y lo acompaña con una sonrisa? Luego seguimos nuestro camino.
                Es verdad también que, a veces, es una excusa para no dialogar con alguien que no goza de nuestra simpatía.
                Hace poco, estaba esperando al autobús, se puso a mi lado una persona que, a juzgar por su aspecto exterior, necesitaba una ayuda para poder sacar el billete e irse a casa. Más aún, un tanto cabizbajo contaba el dinerillo…
              Lo miré y le dije ¡Hola! Levantando la cabeza y con mirada un tanto cansada me contestó también con un ¡Hola! Y una ligera sonrisa.
               Luego le ofrecí una moneda, pensando que así podría completar el coste del billete e irse a su casa. Me dio las gracias. Pero cuál fue mi sorpresa que abriendo una bolsa de plástico me hizo un regalo “recuerdo” de la Ciudad. Ahora cada vez que veo su regalo pienso cómo es verdad aquello de que: “Haz el bien y no mires a quien”.
          En seguida llegó el autobús. Subimos y nos sentamos el uno junto al otro. Seguimos charlando… un poco de todo. Yo llegué antes que él a mi destino, me despedí deseándole todo lo mejor y él me dijo, con una profunda sonrisa: Igualmente.
                 Fui caminando hacia mi casa pensando: “Cuánto valor tiene un simple ¡Hola!

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