En nuestro caminar de hoy vamos
viendo la lejanía pero no nos resulta fácil mirarla cuando el presente, la
realidad cotidiana, nos asusta por su complejidad. Se necesita una férrea
voluntad cargada de esperanza para
seguir creyendo en un futuro esperanzador.
Es
verdad que la libertad no es solamente poder elegir esto o lo otro, sino
aceptar aquello que no hemos elegido
responsablemente.
No
es cuestión tampoco el quedarnos mirando a nuestro alrededor, perdiendo esa
visión de futuro que ciertamente necesitamos. Por lo tanto, debemos unir
fuerzas, compartir ilusiones, proyectos… en definitiva, creer en el otro.
Necesitamos
también empezar a hablar el lenguaje que nos une y armoniza. Es decir, el
lenguaje de la amistad, de la mutua ayuda, el lenguaje de la solidaridad y de
la verdad.
Si
sabemos mirar a la lejanía descubriremos que todos los días hay algo nuevo y
algo bueno a nuestro alcance. Saber afrontar los problemas o dificultades es
tener una buena parte solucionada. Saber dar respuestas inteligentes y
equilibradas para que nuestra conducta sea sana, y a la vez, armónica, libre y
responsable.
Seamos
personas optimistas. Seamos personas esperanzadas y convencidas de que es
posible otra convivencia, de que la victoria del diálogo, del respeto frente al
egoísmo la necesitamos todos. De que es, no sólo posible, sino necesario mirar
a la lejanía llenos de optimismo y esperanza.
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