Si me preguntas,
amigo caminante, qué concepto, o mejor, que experiencia tengo de Dios, te respondo:
Para mi Dios es Misterio, pero Misterio de Amor.
La creación es el primer libro
de la revelación de Dios. Dios está por encima de nuestros esquemas mentales,
pero esto no quiere decir que sea un Dios lejano, porque su trascendencia es
cercanía. El Emmanuel: Dios con nosotros.
Es un Dios personal con el que
podemos dialogar y vivenciar cuanto nos sucede. Es Verdad y es Vida.
¿Por qué late en el corazón de la
persona el deseo de Dios?
El hombre está en una búsqueda
continua del misterio de la vida, de la trascendencia, en definitiva, el hombre
busca a Dios. Somos el Sí de Dios.
Tenemos que acudir a Jesús de
Nazaret que habló, actuó, padeció… desde la experiencia de Dios a quien llamó:
Padre. Jesús de Nazaret es Camino, Verdad y Vida. Es el Dios que vamos
descubriendo en nosotros y en los demás.
Ante los acontecimientos que no
encontramos respuesta humana, nos preguntamos: ¿Dónde está Dios? Quizás hacemos
silencio pero no sabemos escuchar. Y un discurso acerca de Dios que tiene
origen en el silencio y no conduce de nuevo al silencio, desconoce por completo
el encuentro.
“Dios me ama” leíamos en un
poster con la imagen de un niño orante. No podemos olvidar que el origen tanto
de la crisis de Dios, como la crisis del hombre está en buena medida en el
concepto mediocre y distorsionado de concebir al hombre en representación de
Dios.
Si el hombre no cree en el
hombre, tampoco cree en Dios. Y es que Dios es misterio y el hombre… también.
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