Se suele decir que el rostro es el reflejo
del interior de la persona. Saber leer los signos de los tiempos y los
acontecimientos de cada día es ir eliminando todo cuanto nos impide hacer el
camino en esa búsqueda del hombre nuevo, de todo cuanto hay en nuestra vida de inhumano
y, a veces, con profundas contradicciones. Todo eso que hay en ti y en mí,
amigo caminante.
La crisis de la que tanto se
habla hoy y que nos deja envueltos en tantas incertidumbres, todo esto ¿Qué
interrogantes nos plantea? ¿Cómo influyen en nuestra vida las nuevas
tecnologías? Y ¿Qué respuestas damos?
Porque han cambiado nuestras costumbres. Todo es más complejo en el mundo
social, político, religioso… como que todo se ha tecnificado, hasta la vida
misma.
Sin
embargo buscamos el contacto con los demás. Se multiplican las reuniones, las
asambleas, los congresos… Vamos, que estamos llenos de tantas cosas pero quizás
vacíos de ilusión y vida; dejando a un lado las cuestiones esenciales. Es
verdad que somos dinámicos, eficaces… pero tal vez inconstantes. En fin, que
vamos dejando entrada a nuestras contradicciones, proyectos frustrados,
ilusiones rotas…
Hay
que seguir luchando esperanzados en busca de un nuevo rostro, de un mundo más
humanizado, cercano y más comunicativo. Hay que recuperar el verdadero puesto
de la persona sin dejar atrás, en el caminar de cada día, a los más necesitados
de comunicación.
El nuevo rostro se consigue cambiando de
rumbo, con un estilo nuevo de vida, más austero y cercano a los que sufren
cualquier bloqueo comunicativo.
Hagamos
que triunfe una transparente
comunicación totalmente recíproca.
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