Amigo caminante,
apenas hemos iniciado un Nuevo Año y nuestras ilusiones, nuestros proyectos…
todo, nos parece factible; como que nada nos impidiera llevar a cabo nuestros
deseos. Pero el miedo, las dudas y ciertas contradicciones se hacen presentes.
¿Qué hacer? Resignarse, no. Eso
nunca. Hay que pensar y luego saber elegir y elegir bien. Saber escuchar.
Escuchar lo que hay en mí y en ti para descubrir las grandezas y las miserias,
el abismo y la plenitud. Y es que no hay paz sin perdón.
El perdón que ofrecemos no es para que el otro
cambie y traerle a nuestro terreno. El perdón es la realidad que sorprende.
Perdonar exige en mi renuncia frente a la libertad del otro.
Es verdad, quizás nos cuesta
perdonar porque queremos saber quién tiene la razón. Seré yo el primero en dar
el paso y nacerá la confianza y una sana
convivencia. Así desaparecerán las fronteras y se extenderá el diálogo y la
concordia entre todos los pueblos.
La paz está relacionada con la
búsqueda, el encuentro con la verdad y entre las personas mismas. La paz nos pide a todos
acciones positivas para construir un mundo nuevo y justo. Hay que tener
presente nuestro momento histórico-cultural.
Jamás caer en la pasividad y menos aún en la indiferencia.
Quizás
tengamos que mirar un poquito más la dimensión interior… ¿Estás de acuerdo? Entre
todos, juntos, sí que podemos.
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