La vida, en primer
lugar, es un don pero creo que también podemos decir que es una aventura
maravillosa. Es verdad que en el caminar de cada día vamos descubriendo otras
muchas facetas. Por ejemplo: en humanidad, en libertad-responsabilidad…
Pero nos tenemos que preguntar
¿Cómo vivo yo la vida? Y no sólo mi vida, sino todo atisbo de vida, de
petición, de encuentro que nos llega de fuera. De aquí que podemos decir que
comunicarse es cuestión vital. Si fallamos en este tema, algún aspecto de
nuestra vida empieza a morir.
Si hemos recibido el don de la
vida es porque se nos invita a escuchar una llamada porque la llamada también
es un don. Y a partir de aquí debemos actuar. Toda llamada lleva implícita una
tarea de misión.
La llamada a la vida es o nos
pide una respuesta de encuentro, de solidaridad y amistad. En definitiva de
amor. Amigo caminante, la vocación tuya y mía, la de todos, nos invita a descubrir la vocación común;
indistintamente de culturas, religión, creencias… y ésta (la vocación común)
nos pide y exige realizar una tarea de solidaridad que llegue a todos porque el
don (la vida-misión) es para compartirla y disfrutarla en común; como una
fiesta.
Ojalá sepamos hacer de la vida
una fiesta, una maravillosa y sorprendente aventura.
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