El tiempo, no el climatológico, sino el cronológico, queramos o no, nos condiciona.
Este tiempo, el cronológico, es un tiempo de actividad, de reflexión, de
comparaciones, pero sobre todo es un tiempo de vivencias.
El
tiempo determina, condiciona, influye en nuestra vida. Lo importante es que
sepamos vivir en sintonía con el paso de los años y disfrutemos de las etapas
de nuestra existencia. La infancia, la adolescencia, la juventud, la adultez y
la tercera edad.
Pero de lo que se
trata es de vivir el hoy lo más intensamente posible. Somos lo que
somos. Tenemos que ser conscientes que nuestro tiempo, el único que vale, es el
hoy, el ahora.
Deja atrás, amigo caminante, el
pasado y no te agobies por el futuro. ¡Vive! Acepta y disfruta el presente y
mira al futuro con optimismo. No pierdas el tiempo recordando qué se yo, déjalo
atrás. La vida, nuestra vida, es un presente real y nos invita a vivirlo a
tope.
Tal vez añoramos tiempos pasados
o soñamos con los futuros y así vamos dejando pasar el presente y más triste
aún sería si nos aferramos a él, caeríamos en la monotonía. Aquí se pierden
muchos valores: la creatividad, el espíritu crítico, las ganas de vivir, el
entusiasmo…
El sacrificio, la austeridad, ya
no se consideran una virtud; triunfa la comodidad y la apariencia. Sigamos
empeñados en comunicar nuestros
proyectos. Es importante salir de uno mismo y estar con los demás. Sentir sus
problemas e inquietudes. El presente, el hoy, se convierte en un reto.
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