Ver es
fácil y a penas exige esfuerzo, vamos, que no nos compromete. Pero cuando
conscientemente miramos los acontecimientos de cada día y sobre todo las
personas, parece que todo se va complicando.
Y es que mirar es: olvidarse de uno
mismo y centrarse en los acontecimientos, especialmente en el otro. Es
dejar a un lado el yo e ir descubriendo
el tú. Mirar es: observar, eliminar, discernir, valorar… Es prestar atención a
todo para luego quedarse con lo mejor.
En definitiva, es salir de uno mismo y descubrir lo positivo del otro.
Mirar es descubrir la armonía del universo porque todo tiene sentido
para admirarnos. La mirada silenciosa es la comunicación más simple pero a la
vez la más profunda.
Cuando
hacemos silencio la mirada habla, pero más maravilloso es cerrar los ojos y
verlo todo desde dentro. Aquí no existen fronteras, ni distancias, todo se
vuelve comunicación porque “lo esencial es invisible a los ojos” A. de San
Exupéry.
La mirada es encuentro,
comunicación, lenguaje silencioso. Si la mirada es sincera, estamos diciendo al
otro: tú no estás solo. La mirada es el preámbulo de una sonrisa, de un apretón
de manos, de un abrazo.
Descubramos los valores de la
mirada.
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