Cuando escuchamos la palabra “corazón” como
que algo se mueve en nuestro interior.
Es como el motor de la persona, de él nacen las emociones, los sentimientos… Es
decir, que nos lleva a una relación con los demás. Qué razón tenía A. Machado
“Atención, un corazón solitario, no es un corazón”
Esto nos invita a descubrir el valor y la
necesidad del encuentro. Qué razón tiene también M. Buber en su libro: Yo y tú.
El corazón pues nos lleva a una relación-comunicación con los demás y al centro
de nuestros encuentros.
El
corazón es el espejo donde vemos reflejadas la sencillez y la verdad de las
otras personas. Todos necesitamos dialogar, comunicarnos… si lográsemos llevar
a la práctica esta actitud nadie se sentiría solo. El lenguaje del corazón
abarca toda actividad de la persona. El diálogo del corazón, el diálogo del
amor, el del perdón, lo es todo. Es
vida.
Bien
podemos decir entonces que en nuestra vida, tenemos que vivenciar los
acontecimientos. Ser positivos porque centrar la atención en los errores (si no
es para corregirlos) es cortar los lazos de comunicación, es caer en el
aislamiento.
Cuando hablamos desde el corazón, revelamos nuestra vivencia interna y
entonces nos entendemos mejor porque actúan las características que son comunes
en todos nosotros.
Amigo caminante, quizás tengamos
que pedir cita con el cardiólogo para corregir algún punto vago
del corazón. El amar acerca, acoge y nos lleva a ser coherentes y sinceros. En definitiva,
a ser lo que de verdad somos.
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