Quizás
nos sea fácil el ir creciendo en conocimientos, en experiencia: pero ¿Cómo personas? Y no me refiero crecer físicamente, aumentar
en riqueza cultural, económica, en fama…etc. Lo importante es crecer por
dentro, es decir, como persona.
Dejar ser protagonista al otro es descubrir
sus valores y para ello necesitamos dejar a un lado nuestro yo para que
entendamos y comprendamos al otro; no
tanto para que me entienda él (ellos) a mí.
Surge
aquí el diálogo interpersonal que nos exige igualdad, nueva visión de las
personas, sencillez, pobreza y no me refiero a lo económico como comprenderás,
amigo/a caminante. Es: ser personas gratuitas, dispuestas a dar, si es posible,
lo que el otro necesita. Ser personas dialogantes que saben compartir todo.
Ser personas que saben valorarse y
valorar a los demás. ¿Por qué, me pregunto, colocamos en los primeros puestos
las dificultades, los problemas…? Tu historia, mi historia es (o debe ser):
proyecto, elección, visión nueva para descubrir o redescubrir su sentido, su
valor; que está en ti, en mí, no afuera.
La intercomunicación, el saber
estar, es el fiel reflejo de un crecimiento de la persona. “Nuestra originalidad
se desvanece no sólo cuando nos diluimos perdidos entre los demás, sino también
cuando nos cortamos de la creación y de la historia para encerrarnos en
nosotros mismos” Benjamín González. Importa mucho no perder la comunicación y
el valor de la persona.
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