Si
el hombre, la persona, es un ser social, no será difícil vivir y compartir la
convivencia. La convivencia significa todo lo que se convive. Pero convivir no
es fácil. Exige: comunicación, respeto, mutuo diálogo, condescender, ayuda,
aceptar al otro como es…y su libertad.
Las personas vivimos en sociedad, por
lo tanto, debemos relacionarnos, comunicarnos con los demás.
La convivencia, la sana convivencia,
debe iniciarse en el seno de la familia. A todos los miembros, la convivencia,
exige una sana y responsable colaboración. Sin duda no faltarán posibles
conflictos. He aquí la importancia del diálogo.
Convivir es compartir. En el fondo, la
convivencia exige mutuo respeto, sin dejar a un lado lo individual de cada
persona con sus propios gestos de colaboración en la convivencia, ya que
convivir nos atañe a todos.
Se necesita
crear espacios de reflexión y de creatividad para no caer en una rutina
estéril. No olvidemos que vivimos en un mundo plural, complejo, difícil y
conflictivo.
La comunicación se empobrece si predomina el individualismo. Hoy el
mundo necesita hombres nuevos y esperanzados. Personas que sepan eliminar todo
obstáculo, toda barrera, toda estructura… Todo aquello que impida la relación
interpersonal.
No queremos olvidar a las personas
necesitadas, a las que solemos calificar de pobres. La solidaridad es mirar al
otro con una mirada nueva para descubrir y respetar su dignidad. Estamos
invitados a salir de nuestra comodidad, ir al encuentro del otro para hacer
posible una sana y seria convivencia.
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