Quizás
la noción de fidelidad en este mundo en que vivimos tan deprisa y los cambios
son tan rápidos que, el tema de la fidelidad lo dejamos pasar o pasamos
nosotros de él.
Sin embargo, el tema del cambio lo
necesitamos en el caminar de cada día. Es decir, que no debemos instalarnos.
Hay que vivir la dinámica de la vida diaria. El hoy. Esa dinámica (fidelidad)
que nos proporciona una estabilidad. Por lo tanto, la fidelidad no consiste en
rechazar los cambios que en el caminar de cada día, debamos hacer.
Nos debemos
mover libres y responsablemente. ¿Errores? Siempre cometeremos (somos humanos).
Lo importante es que los aceptemos e inteligentemente demos las respuestas
acertadas.
Por lo tanto, no hay que permanecer en el error. Hoy, a una de las
invitaciones que nos insinúa la sociedad, es el consumismo. Como que todo nos
lleva a una utilización pasajera. Miedo pues a todo aquello que nos demanda o
exige algo definitivo.
La fidelidad nos pide claridad al valor
o valores que consideramos esenciales, evitando toda monotonía. La fidelidad
expresa la opción radical que armoniza nuestro proyecto global. Se requiere un
esfuerzo constante por mantenerse fieles a la opción tomada frente a nuevas ofertas
y posibilidades que nos llegan.
La fidelidad no nace de una absoluta
seguridad. Toda fidelidad exige un riesgo, pero nos ayuda a descubrir que la
vida tiene sentido.
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