La
persona necesita, necesitamos, de nuestro tiempo personal para un equilibrio y
creatividad. Hoy gozamos de mayores posibilidades de tiempo libre. El deporte,
el cine, los conciertos, las salidas o excursiones, etc.
Nos guste o no, debemos advertir el
gran peligro que supone la sociedad de consumo, a veces caemos presos en sus redes.
Debemos ser conscientes de los valores y convicciones que nos ayudan a vivir
fuera de toda competencia.
Es decir,
que debemos reforzar más y valorar la dimensión del ser, en busca de una
convivencia en paz y de una mayor creatividad.
A todos nos gusta la fiesta, creo, pero es un fenómeno característico
del mundo juvenil. Seguimos creyendo que son más los jóvenes que saben
divertirse sin tener que llegar a consumir alcohol.
Son ellos, los jóvenes, que saben hacer
de cada acontecimiento una fiesta que se disfruta y se comparte. No ignoramos
la otra minoría que se aburre y trata de divertirse, un poco a lo loco,
bebiendo sin control alguno.
La fiesta es un tiempo libre donde se
rompe la cotidianidad, ojalá sea el trabajo, el estudio… y el tiempo libre para
todos como una fiesta. Un tiempo de libertad, de responsabilidad y equilibrio.
Un tiempo de sana y compartida diversión.
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