Todos
nuestros mensajes deberían llevar un matiz muy claro: Servicio. Y éste sólo
tiene sentido si queda reflejado en las obras. Obras de servicio.
Hoy el necesitado no es sólo una
persona, es un pueblo, una nación…Ahí están los desempleados, los inmigrantes,
los drogadictos, los enfermos, las personas que viven solas… ¿Qué hacemos? ¿Se buscan soluciones para que no haya
personas, pueblos que sufran estas consecuencias?
El amor, la solidaridad no esperan nada
a cambio, sino conseguir un mundo mejor. Vivimos en un sistema tal vez lejos de
una sana convivencia. Se desconoce el encuentro, la comunicación, el perdón…el
silencio. Nos olvidamos que nadie ha nacido para ser esclavo. Todos aspiramos a
ser libres, a vivir en paz.
Pero la paz
sólo es posible donde reina la justicia y el respeto de los derechos humanos.
La paz es el bien más preciado y a la vez es más amenazado.
¡Qué gran testimonio nos dejó la Madre Teresa de
Calcuta! Y tantas otras personas que conocemos. Se trata de crear condiciones
para que no haya heridos, personas solas, abandonadas, explotadas… La
solidaridad y el servicio no tienen límites, sólo nos brindan oportunidades.
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