Seguro
que más de una persona al leer el título, queriendo o inconscientemente, se le
ha escapado esta frase: “Qué difícil es la convivencia” Tal vez hemos olvidado
que la intercomunicación es un reto para todos.
Todos estamos metidos, de una forma o
de otra, en la cultura de las comunicaciones. Directa o indirectamente nos
encontramos con objetivos comunes: La visión de la vida, los problemas de cada
día… etc. Todo ello nos lleva a relacionarnos, a caminar juntos, a dialogar y a
compartir. Un diálogo sin discusiones.
Cuando discutimos no somos capaces de
escuchar serenamente al otro. (Claro que) nos encanta tener siempre la razón. Tal
vez nos hemos escuchado a nosotros mismos, queriendo que prevalezca nuestra
opinión.
Es que,
siendo sinceros, a veces, ni hemos escuchado bien a nuestro interlocutor. Los
conflictos están ahí, pero se resuelven a través del respeto, el diálogo y, a
veces, llegando mutuamente al perdón.
No es fácil mirar a lo lejos, al futuro, cuando lo
cercano, el presente, la realidad de cada día nos asusta por su complejidad.
Necesitamos unir fuerzas, compartir ilusiones, proyectos, sobre todo, seguir
creyendo en los demás. Seguir dialogando y enriqueciendo la convivencia.
Dialogar es encontrarse, abrir puertas,
quitar fronteras y descubrir horizontes. A veces por pequeños contratiempos
dejamos de comunicarnos. Se van perdiendo aquellos gestos, aquellos detalles… y
empieza a morir nuestra convivencia.
Se busca rejuvenecer un mundo que está
envejeciendo y que no sabe perdonar-amar. Mantengamos vivo el lenguaje de la
convivencia.
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