La
educación es necesaria para una verdadera y responsable convivencia. Los
primeros y principales educadores, como pilares, son los padres. Y es que la
familia es una escuela. Hoy el mundo busca la interdependencia. Son las nuevas
tecnologías de la comunicación las que más influencia tienen en este proceso de
globalización.
Si bien hay que reconocer que el
proceso (el bienestar) no es igual para todos. Efectivamente, miles de niños
mueren por causas alimenticias, otros no tienen escuelas… Y ¿qué decir de los
refugiados? Se está matando toda opción vital.
Tenemos que reconocer que los problemas
se están resolviendo mal y lo estamos, desgraciadamente, constatando. Falta la
rectitud en el actuar, en la búsqueda del bien común. Esto no quiere decir que
no haya conflictos. Estos forman parte de nuestra vida, como se suele decir:
son el pan de cada día, pero nuestras relaciones se deben ir superando y
comprometiendo, buscando una armonía.
Fomentemos la cultura del encuentro,
del diálogo, etc. Como nos dice José María Arnáiz en su libro: Encontrarse es
toto. Efectivamente necesitamos de los demás, con una visión universal pero sin
ignorar lo particular, promocionando la corresponsabilidad.
La educación no sólo pide diálogo, lo
exige. Dígase lo mismo del trato humano. “El conocimiento es tan sólo el
cultivo de la memoria, en el cual la mente busca seguridad y una mente así no
podrá jamás comprender la realidad…” J. Krishnamurti.
El centro de la educación es siempre la
persona. Educar es construir la paz, es esperanza, es convivencia.
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